jueves, 26 de abril de 2018

Los enigmáticos «hobbits» de la isla de Flores no eran humanos


Un nuevo estudio descarta que fueran Homo sapiens con algún trastorno genético





El hallazgo de un homínido de apenas un metro de estatura y el cerebro del tamaño de un chimpancé que vivió en la isla de Flores(Indonesia) hace miles de años desconcertó a los científicos cuando se dio a conocer en 2004 y abrió un debate que aún hoy sigue candente. De este «Homo floresiensis» al que pronto bautizaron con el apodo de «hobbit», en un guiño a Tolkien, se ha dicho que era un Homo erectus que «encogió» para adaptarse a la vida en una isla, que se trataba de un Homo Sapiens que sufría síndrome de Down o algún trastorno genético...


Ahora un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores francesesAntoine Balzeau, del Musée de l'Homme, y Philippe Charlier, de la Universidad de Versalles-San Quintín, concluye que estos diminutos homínidos no eran humanos.





La microtomografía de alta resolución del cráneo del especimen mejor conservado de este «Hombre de las Flores», el denominado LB1, muestra que éste no tiene signos de ninguna patología conocida en el Homo Sapiens, ni las características que definen a nuestra especie.


La investigación, publicada en The Journal of Human Evolution, descarta así las hipótesis de que estos hobbits, de un metro de altura y 25 kilos de peso, eran en realidad hombres cuyo pequeño tamaño había sido causado por algún trastorno genético. Se sospechó que pudieran haber sufrido cretinismo, a veces provocado por la falta de yodo, o microcefalia o síndrome de Down.


Desde un punto de vista médico, este «hombrecillo» tiene numerosos caracteres internos que caen dentro de la variación normal de los homínidos, como la falta de neumatización frontal, explica Europa Press. Sin embargo, sufrió de hiperostosis frontal interna.





La estructura y la forma del cráneo muestran similitudes claras al Homo erectus. De hecho, la distribución del espesor de hueso, la estructura interna y la configuración de las estructuras craneales son primitivas entre los homínidos, al menos cuando el Homo erectus se compara con el neandertal y el sapiens.


Los resultados de este estudio fueron muy claros, según Balzeau: «No mostró características de nuestra especie». Es decir, de Homo sapiens. Tampoco ninguna señal que corresponda a las principales enfermedades que otros investigadores habían señalado.


Pero si una parte del misterio parece haber sido solucionada, otra sigue abierta. Los científicos no han podido aclarar si el «hobbit» era una versión reducida del Homo erectus, que habría llegado a esta isla vecina de Java hace millones de años, o si el Homo floresiensis que cazaba, fabricaba herramientas y utilizaba el fuego, era una especie por derecho propio.


«Por el momento, no se puede decir ni lo uno ni lo otro», señala Balzeau a AFP.

Por-Bajin, las ruinas más enigmáticas de Siberia


Nadie sabe aún si era una fortaleza, un templo o un palacio, ni por qué fue abandonado






¿Fue una antigua fortaleza? ¿Un palacio de verano? ¿Un monasterio? Más de un siglo después de su descubrimiento en una isla del lago de Tere-Khol, en Siberia, nadie ha logrado aún desvelar los secretos que guarda Por-Bajin ("casa de barro" en el idioma tuva).

«Por-Bajin está considerado legalmente como uno de los monumentos arqueológicos más misteriosos de Rusia», según señala la Fundación Por-Bajin en su web. Al parecer, fue construido en la época de los uigures Khaganate (744 -840), probablemente hacia el 757 después de Cristo. «No está claro si era una fortaleza, un templo budista o unaresidencia de verano», señalan en la Fundación. Hay quien sostiene que se trata de un antiguo observatorio, otros que su arquitectura recuerda a un modelo de ciudad-palacio chino, aunque también podría ser una fortaleza. En cualquier caso, si fue obra de los uigures, ¿por qué levantaron esta construcción en un lugar tan solitario, alejado de grandes asentamientos y de rutas comerciales?

Tampoco se sabe si la construcción se realizó en la isla o este lago de gran altitud en Tuvá, en el centro de Eurasia, se formó posteriormente alrededor de la misma.

El lugar fue explorado en 1891, con trabajos de excavación en pequeña escala entre 1957 y 1963, y posteriormente en 2007. Se hallaron tablillas de arcilla de pies humanos, dibujos en las paredes que antaño fueron de color, puertas gigantes y fragmentos de madera quemada, aunque ninguno de los objetos ha arrojado luz sobre el origen de Por-Bajin ni sobre por qué fue abandonado a principios del s. IX.


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Los científicos señalan que la construcción no contaba con ningún sistema de calefacción rudimentario, algo extraño en un lugar a 2.300 metros sobre el nivel del mar y con un clima tan duro como el siberiano.

La fusión del hielo, por las temperaturas más cálidas del último siglo, no sólo va destruyendo las paredes sino que están aumentando de forma dramática el nivel del agua del lago, según señaló en 2014 el diario The Siberian News. Irina Arzhantseva destacó en una investigación en 2011 la doble amenaza que supone el deshielo para la supervivencia a largo plazo de este sitio arqueológico. «Se estima que las paredes comenzarán a derrumbarse en el lago en unos 80 años», escribió.

Las investigaciones revelaron que al menos dos terremotos habían acelerado el deterioro natural del lugar, el primero de ellos ya en el siglo VIII. «Aún no está claro cuánto tiempo perduraron los edificios después del abandono del lugar en el siglo IX, pero algún tiempo después del abandono se produjo otro terremoto catastrófico que dio lugar a incendios y al colapso de las paredes del recinto sur y el este, y destruyó el bastión de la esquina noroeste», apuntaba The Siberian News.

Misterioso y bello, el lugar resulta cautivador. «He estado en muchos lugares, he visto muchas cosas, pero nunca he visto nada como esto», afirmó el presidente ruso Vladimir Putin cuando visitó la isla junto al príncipe Alberto de Mónaco en 2007.

¿Quién es el autor de los misteriosos círculos de Namibia?


Científicos realizan nuevos análisis en la zona y descartan una de las teorías predominantes sobre la formación de estos enigmáticos parches sobre el terreno





Los llamados círculos de hadas son uno de los grandes misterios de la naturaleza. Contados por decenas de miles, se encuentran en el interior del desierto de la costa de Namibia, que se extiende desde el sur de Angola hasta el norte de Sudáfrica. Estas calvas de tierra rodeadas por anillos de hierba varían en tamaño desde los 3,5 metros a los 34,7 metros. Sus orígenes todavía son debatidos por los investigadores, que no se ponen de acuerdo de quién o qué ha podido formarlas.

Un nuevo estudio realizado por un equipo de la Universidad de Indiana-Universidad de Purdue en Indianapolis pretende arrojar nueva luz sobre el enigma. Y los resultados, publicados en la revista Journal of Geophysicial Research: Biogeosciences, respaldan la hipótesis de la auto-organización. Esta teoría dice que el patrón de la vegetación circular es creado por la competencia por el agua escasa. Se cree que estas calvas filtran más las precipitaciones y actúan como reservorios de agua, a los que puede acceder la hierba a lo largo de los bordes del círculo.


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Otra de las teoría principales sobre los círculos de hadas es que son creados y mantenidos por las termitas de arena, que limpian la vegetación en el área de sus nidos. Al hacer el suelo poroso, las termitas establecen reservorios permanentes de agua de lluvia por debajo de la superficie, que les sustentan a ellas y a las plantas de los alrededores. Hace tan solo unos meses, investigadores de las universidades de Princeton y New Jersey, reconciliaban estas dos soluciones más probables (el crecimiento autorregulado y la acción de las termitas) en una serie de simulaciones informáticas.


Las simulaciones mostraban que, en lugar de competir entre ellas, ambas explicaciones se combinan para producir esos extraños patrones circulares. Su trabajo mereció la portada de la prestigiosa revista «Nature», pero los científicos de Indianápolis no están de acuerdo con esos resultados.

Los investigadores realizaron extensas mediciones de la tasa de infiltración, la humedad del suelo, la distribución del grano del sedimento, etc, de múltiples círculos y espacios entre ellos. Los caudales de infiltración de agua se midieron dentro y fuera de los círculos, con tasas de infiltración muy rápidas grabadas dentro de la parte interior de los círculos. Las tasas de infiltración más rápidas las dieron las partículas más gruesas dentro de los círculos. El equipo también encontró que las raíces de la hierba alrededor de los círculos eran mucho más grandes en el interior del anillo de hierba en comparación con el exterior.



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«Eso significa que el césped pone sus raíces en el lado interior del anillo, compitiendo por el agua», dice Lixin Wang, uno de los autores del estudio.. «Cuando llueve, el agua fluye hacia el borde de los círculos, donde las raíces de la hierba pueden utilizarla».
«No hay termitas»

«Nuestra investigación proporciona nuevos conocimientos y los datos experimentales sobre los procesos ecohidrológicos asociados con círculos de hadas», señala. Además, el equipo llevó a un experto en termitas para buscar evidencias de estos insectos en los círculos y «no había ninguna señal de actividad de termitas de arena en absoluto», asegura Wang. «Nuestros resultados parecen apoyar la teoría de la autorregulación de la formación de los círculos de hadas», escribieron los investigadores en su artículo.

El estudio supone algo más que intentar resolver un misterio que parece no tener fin. Según los autores, el análisis de la formación, la estructura y el crecimiento de los patrones de vegetación y sus interacciones con el ciclo del agua de la Tierra puede mejorar nuestra comprensión de los procesos que están detrás de la dinámica de los ecosistemas con deficiencia de agua. Y eso esa es una cuestión vital en muchas partes del mundo.

Hallan en Serbia unos enigmáticos amuletos con conjuros en arameo


Arqueólogos tratan de descifrar las incripciones en oro y plata que han encontrado junto a esqueletos de hace 2.000 años





Un grupo de arqueólogos está tratando de descifrar las inscripciones y símbolos hallados junto a esqueletos encontrados en la localidad serbia de Kostolac, que, según los expertos, fueron enterrados hace aproximadamente 2.000 años.


«El alfabeto es griego y el lenguaje es arameo. Eso es todo lo que sabemos. Se trata de un misterio de Oriente Próximo», ha indicado Miomir Korac, que se encuentra al frente de las excavaciones arqueológicas en Kostolac.







Los esqueletos fueron hallados en las inmediaciones de una planta de carbón, donde se estaba llevando a cabo una serie de expediciones de cara a la instalación de otra planta eléctrica.


Después de haber limpiado los huesos, el equipo de Korac encontró dos amuletos de plomo que contenían rúbricas de oro y plata en su interior, cada uno con diferentes inscripciones.


Los expertos creen que los símbolos podrían hacer referencia a una serie de conjuros cuya finalidad era la de invocar el bien o el mal. «Hemos podido leer los nombres de varios demonios, los cuales se encuentran relacionados con el territorio que hoy pertenece a Siria», ha señalado el arqueólogo Ilija Dankovic.


«Normalmente eran talismanes que recogían conjuros de amor, pero también había algunos con maldiciones», ha afirmado Dankovic, que ha señalado que los conjuros de amor solían estar enterrados junto a niños o adultos que habían sufrido muertes violentas.Según los expertos, los frágiles rollos, que una vez desenrollados parecían adquirir forma rectangular, podrían ser indescifrables. Son los primeros amuletos de este tipo hallados en Serbia, pero se han encontrado más en otros lugares del mundo, según ha explicado Dankovic.


«Creían que las almas de esas personas tardaban en lograr la paz y tenían una mayor posibilidad de encontrar demonios y deidades a quienes pasar sus deseos», ha zanjado Dankovic.

El manuscrito que Leonardo Da Vinci hizo junto al «maestro de la muerte»


El genio renacentista realizó un refinado estudio sobre la anatomía del cuerpo humano gracias a la disección de cadáveres, en un momento en que esta práctica no estaba bien vista






Los dibujos más enigmáticos de Leonardo da Vinci tardaron siglos en ser publicados

Los dibujos anatómicos que el genio renacentista realizó en el siglo XVI en nada tienen que envidiar a los modernos atlas de anatomía

A lo largo de la Edad Media, y durante casi diez siglos, tuvimos una visión teocéntrica del mundo, poco a poco la fuimos moldeando en beneficio de una mentalidad antropocéntrica, que consideraba al hombre como la medida de todas las cosas. En este sentido, el término «Renacimiento» hace referencia al verbo «renacer», a la vuelta de los ideales de la cultura grecolatina como modelos de perfección.

Leonardo Da Vinci (1452-1519), una de las grandes figuras renacentistas, consideraba que para co era indispensable abrirlo y observarlo nocer los secretos de nuestro cuerpo desde todas las perspectivas posibles. Fue este afán de conocimiento el que propició que se adentrará en el enigmático campo de la anatomía.

Su fascinación por el cuerpo humano se puede calificar casi de mesiánica, al principio se acercó a través de la disección de animales, esto podría explicar por qué en cierta ocasión representó el aparato digestivo de una persona con dos estómagos. Era el fruto de lo que había podido observar durante la disección de una vaca.

El «Manuscrito Anatómico A»


Todo cambio cuando se acercaba a su quincuagésimo octavo cumpleaños. Corría el año 1510 cuando el artista italiano abandonó Milán y se estableció en Pavía para trabajar estrechamente con Marcantonio della Torre (1481-1511), maestro de disección. El profesor de anatomía –conocido por aquel entonces como «el maestro de la muerte»- le permitió el acceso a la sala de autopsias.

El resultado de aquella colaboración fue una serie de dibujos que, quinientos años después, siguen fascinando a científicos y profanos por igual, cada vez que se acercan a contemplarlos. El material original –realizado entre 1510 y 1511- se conoce como «Manuscrito anatómico A» y se encuentra protegido a buen recaudo tras los muros del castillo de Windsor (Reino Unido).

Más de 240 dibujos y 13.000 palabras, escritas de forma especular, configuran esa magna obra. Para comprender su complejidad y singularidad hay que matizar que en aquellos momentos los tratados de anatomía que usaban los estudiantes de medicina carecían de dibujos explicativos, tan sólo contenían texto.

Los dibujos del «Manuscrito anatómico A» se centran fundamentalmente en el estudio de los huesos y los músculos, entre ellos destaca uno de la columna vertebral, siendo la primera descripción exacta de esta parte del organismo. Además, hay otros dibujos asombrosos, como el que muestra a un feto dentro del útero materno que recuerda a las ecografías obstétricas actuales, otros con válvulas cardiacas o el dibujo postmortem de un varón centenario, en el que Leonardo ofrece la primera descripción de la cirrosis hepática y de la aterosclerosis.

Disección de 19 cadáveres


Desgraciadamente, los dibujos de Leonardo no tuvieron el reconocimiento que se merecían debido a que fueron publicados dos siglos después de su muerte, momento el que habían perdido la mayor parte de su valor científico.

En este momento, en el que los avances tecnológicos médicos permiten captar imágenes del cuerpo humano con todo lujo de detalles, los dibujos del genio salen airosos y con buena nota de cualquier examen que les ponga a prueba. Esto contribuye a reafirmar el talento de su autor.

Posteriormente, Leonardo abandonó Pavía y se estableció en Roma, en donde acudió de forma regular al Hospital del Espíritu Santo, en donde llegó a realizar la disección de hasta diecinueve cadáveres. Los cuerpos pertenecían a criminales ejecutados o a fallecidos cuyos cuerpos no eran reclamados por familiares o amigos.

Desgraciadamente, una orden papel prohibió a Leonardo continuar con aquellas prácticas. Al parecer un grupo de artistas renacentistas le habían denunciado ante la Santa Sede por considerarlas «inadecuadas a los ojos de Dios». Y es que le envidia no es un invento de nuestros días.

Una explicación a la señal «Wow!» extraterrestre


Un astrofísico inicia una campaña para tratar de probar su teoría sobre el origen de la enigmática frecuencia





Sucedió la noche del 15 de agosto de 1977. El investigador Jerry Ehman hacía su monótona y solitaria guardia en el Observatorio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.) cuando algo le sobresaltó. Había detectado una extraña frecuencia de radio que no podía haber sido emitida desde la Tierra y cuya procedencia aún hoy se desconoce. Perplejo, el científico marcó la señal con un círculo en un papel y escribió a su lado «Wow!». Era la primera vez que alguien se encontraba con lo que podía ser un saludo de una civilización extraterrestre.


La señal de radio «Wow!» duró 72 segundos y parecía proceder de un grupo de estrellas llamado Chi Sagitarii a 220 años luz de la Tierra. Sin embargo, por más que el programa SETI dedicado a la búsqueda de vida inteligente en el espacio agudizara sus oídos, jamás volvió a repetirse. Ese mutismo de cuarenta años ha llevado a Antonio Paris, profesor de Astronomía en el St Petersburg College, en Florida, a plantear una teoría que podría explicar la señal. Y está dispuesto a demostrarla.


Según Paris, la famosa señal no fue un eco de una civilización extraterrestre, por muy atractivo que eso resultaría, sino que fue emitida por un fenómeno astronómico explicable. A su juicio, se trata del resultado de la emisión de hidrógeno de dos cometas llamados 266P/Christensen y P/2008 Y2 (Gibbs) mientras transitaban por el cúmulo estelar M55 en la constelación de Sagitario. Alrededor de cada cometa activo hay una gran nube de hidrógeno con un radio de varios millones de kilómetros. Y Ehman detectó la señal en 1,42 GHz, que es la radiofrecuencia que emite naturalmente el hidrógeno.



Ahora, Paris trata de probar su hipótesis. El cometa 266P/C transitará el área de la señal «Wow!» de nuevo el 25 de enero de 2017, y el 7 de enero de 2018 lo hará el P/2008 Y2. El objetivo del científico es dirigir un radiotelescopio hacia estos dos cometas, analizar sus espectros de hidrógeno y poner a prueba su hipótesis. Como los radiotelescopios existentes están ocupados en esas fechas, Paris ha iniciado una campaña de crowdfunding en internet para recaudar los 16.000 dólares (de los que ya tiene acumulado la mayor parte) necesarios para comprar e instalar un telescopio de radio de 3 metros que rastree y analice los espectros de estos dos cometas. Es su oportunidad de demostrar que tiene razón.


Si está en lo cierto, habrá resuelto el gran misterio de la señal «Wow!». Si no, los científicos de SETI todavía pueden albergar la esperanza de tener en sus registros el primer saludo extraterrestre de la historia.

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