El aura humana es la manifestación combinada de nuestros cuatro cuerpos inferiores más la influencia del reflejo de nuestro espíritu. Todo ese conjunto crea alrededor de la columna vertebral y de la médula oblonga, emanaciones que son conocidas como campo magnético del cuerpo humano o sea el Aura Humana.
Estas emanaciones provienen del vehículo etérico, el cual es el molde del cuerpo físico, o la misma contraparte energética del cuerpo físico. Nuestra aura está compuesta por miríadas de hilos de fuerza o diminutas corrientes de energía, las cuales están relacionadas con los cuerpos etérico, emocional y mental.
Estas corrientes de energía tienen a su vez un efecto sobre el cuerpo físico, poniéndolo en actividad de acuerdo a la naturaleza de la energía que esté predominando en ese momento. Por lo tanto todo individuo revela lo que es, precisamente a través de ese campo energético de su ser y de las emanaciones magnéticas que rodean su forma física, como si lo pregonara a los cuatro vientos. A través de ellas, demuestra todo lo que realmente es, todo lo que ha hecho, e incluso el prodigio de lo que será.
El aura es esencialmente emanadora, irradiante, y se extiende en todas las direcciones desde nuestro vehículo físico. En este momento en que nuestra aura emocional posee un gran tamaño, debemos aprender a disminuir su poder y la extensión de la misma y expandir y acrecentar la potencia de nuestra aural mental. De esta manera, la irradiación del Cristo interno, va sustituyendo la actividad emocional, infundiéndole su amor en tal forma, que la sensibilidad del amor sustituya la sensiblería emocional y el deseo.
El aura humana se le conoce también por el nombre de HUEVO AURICO, debido a la forma ovoide que adopta; es como un globo gigante lleno de flujo de energía que emana de los siete chakras en círculos que se entrelazan.
El aura es como nuestra piel invisible, la cual, al igual que la piel física protege nuestros órganos y estructuras internas en el mundo físico; cuando está fuerte y luminosa, nos protege e impide la entrada de todo lo negativo, porque funciona como la atmósfera con relación al planeta. Valga mencionar, que un planeta también posee su aura, la cual está formada por los pensamientos y sentimientos de los habitantes del mismo.
Esta capa protectora está compuesta, como ya lo dijimos, por nuestras propias emanaciones, por lo tanto, somos nosotros, quienes determinamos su estado. En ella no existen las apariencias, ni los engaños, ya que ella manifiesta la realidad de nuestro presente en forma de luz y color o manchas y sombras. Por ello, un Maestro Ascendido con solo observar nuestra aura, sabe con certeza el estado evolutivo en el cual nos encontramos y lo que realmente pensamos, sentimos y hacemos. Existe por lo tanto una relación directamente proporcional: a mayores pensamientos, actos o manifestaciones de luz, más luz tendrá nuestra aura.
Todo depende de cómo manejemos o califiquemos la energía divina, con nuestros pensamientos, sentimientos y actos. Todo se va sumando y amplificando, afectando a otros seres, y aún al aura del planeta. Al calificar indebidamente nuestros pensamientos, nuestros actos y nuestros sentimientos, se crean muchos rasgos indeseables que pueden ser retenidos por nuestra aura, envenenando nuestra vida y la de las personas afines o aquellas con las cuales convivamos e incluso nuestra nación, y al propio planeta.
Hoy en día, muchos seres con víctimas de los pensamientos de otros, ya que el hombre posee un potencial creativo por medio del cual puede influir o ser influido por los pensamientos ajenos y por el aura de los demás. A través del aura, se observa igualmente el mal o la virtud, por lo tanto, debemos cuidar nuestra mente, nuestros actos y sentimientos, al igual que protegernos reforzando y cerrando nuestra aura.
La lectura profunda del aura es una ciencia común y corriente
Cada emanación del cuerpo físico, emocional o mental, le va añadiendo nuevos aspectos. Del mismo modo, las emanaciones de nuestra aura manifiestan el estado de armonía o desarmonía de los diferentes órganos de nuestro cuerpo físico, permitiendo que una persona con la capacidad de ver, capte los reflejos de los mismos, es decir nuestra aura de salud. Si el ser humano ha logrado establecer una comunión interna con sus cuerpos superiores, éstos añaden unos colores tan luminosos que, constituyen el aura de los grandes maestros.
Las emanaciones de estos tres cuerpos superiores forman el cuerpo de gloria del cual habla San Pablo en sus epístolas, y es el que mostró Jesús en la transfiguración en el monte Tabor. Al contacto con este tipo de aura, se sanan los enfermos, se llenan de bendición y armonía los lugares por donde pasan sus poseedores.
Nuestra aura manifiesta principalmente cinco clases de energía, aunque realmente son siete, y corresponden a cada uno de nuestros siete cuerpos, los cuales irradian energía visible a los sentidos psíquicos de ciertos individuos y en algunos casos como en el de nuestra aura física o aura de salud, ya es detectable por medios mecánicos creados por el hombre, como es el caso de la cámara Kirlian, la cual retrata los colores de dicha capa áurica. En cuanto al aura espiritual, lo que corresponde a nuestra Tríada superior, son muy pocas las personas que pueden vislumbrarla.
Las cinco primeras clases de energía áurica las podemos definir o expresar como sigue:
Aura Etero-Física
Es incolora, casi de un blanco parecido al color del agua clara. A la vista psíquica aparece como un halo rodeando nuestro cuerpo físico; está determinada por la corriente de energía vital que utiliza el cuerpo con mayor o menor intensidad. Cuando un ser presenta una enfermedad, ésta puede ser localizada a través de la observación de ésta aura.
Aura Pránica-vital
Tiene apariencia como de una nube vaporosa chispeante. A la vista psíquica se puede apreciar como chispeantes partículas eléctricas que se desprenden del cuerpo humano, especialmente de la punta de los dedos y del cabello. Este tipo de aura puede ser percibida por medio de la percepción sensorial como un aire caliente. Igualmente este tipo de aura es la que se entrega o da en los pases de las manos que realizan los sanadores a los enfermos.
Aura Astral
Es de color y apariencia etérea, es el fantasma que a veces puede ser percibido como una forma ovoide y vaporosa. Es difícil de distinguir, ya que está entremezclada con las otras manifestaciones. Está relacionada con nuestro comportamiento instintivo y emocional, lo cual hace que sea muy variable, y presente diversas tonalidades.
Aura Mental
Se percibe alrededor de nuestro cuerpo, pero especialmente en el área de nuestra cabeza, presenta apariencia de humo. Está muy relacionada con el aura astral y sus tonalidades cambian opacándose o brillando según las emociones, pensamientos y sentimientos transitorios. Cuando nuestra mente está sosegada presenta matices que revelan las tendencias predominantes, el desarrollo, los gustos y las cualidades de la personalidad; sin embargo, el color áurico varía, según los mismos sentimientos y toma la tonalidad correspondiente.
Aura Mental Superior. Espiritual o Divina
Cuando el ser humano busca la unificación del intelecto y la parte espiritual, dedicándose a lograr la verdadera sabiduría, se manifiesta el aura mental divina: presenta una tonalidad amarilla muy bonita y sus bordes se podrán observar de un tono azul claro. A medida que el ser alcanza mayor espiritualidad y sabiduría, ésta aura se torna de un amarillo intenso y desaparece la tonalidad azul, concentrándose alrededor de la cabeza y en algunas ocasiones produciendo fulgores particulares: es la que los seres con percepción psíquica has plasmado como halo alrededor de las representaciones de los santos.
Sobre las otras dos capas del aura poco conocemos, se dice que es una luz blanca purísima, la cual contiene y emana los siete rayos, los siete aspectos de Dios, la luz divina que nos llevará al encuentro con nuestro YO SUPERIOR. La visión de esta maravillosa refulgencia está reservada para seres muy elevados.
FORTALECIMIENTO DEL AURA
Es necesario proteger nuestra conciencia, ya que otros seres pueden crear barreras negativas capaces de perturbar el equilibrio de nuestra corriente de vida, penetrando nuestra aura y aún más, rasgándola. Para evitar que esto suceda debemos mantenernos tranquilos, evitando la ira, los odios, las envidias, los chismes y las críticas, ya que la envoltura natural de protección se pierde momentáneamente por las disputas o la ira: en éste momento es cuando aprovechan quienes desean hacernos daño o tocarnos con saña, causándonos la apertura del aura penetrando en nosotros las energías discordantes. Debemos evitar dejarnos llevar por la depresión y la tristeza, puesto que son la puerta de entrada de estas energías negativas o discordantes. Además de mantenernos tranquilos, debemos invocar y orar, ya que todo lo que pidamos para el cumplimiento del plan cósmico, demandará una respuesta. Igualmente procuraremos mantener nuestra conciencia y nuestra mente en estrecho contacto con los ángeles, para que ellos puedan fortificar nuestra aura.
LA PROTECCIÓN DE NUESTRA AURA ES TRIPLE Y ESTÁ DADA POR:
1. La gracia de Dios, la cual le da una inmunidad natural que no debemos dejar perder por la depresión, la angustia, la ira o las artimañas.
2. La ayuda de los ángeles, de los maestros y seres de luz, a los cuales podemos unir nuestro campo energético por medio de las invocaciones y las oraciones sentidas y realizadas con gran amor y humildad
3. La solicitud a nuestra presencia divina para que intensifique nuestra aura, fortaleciendo los tubos de luz que la rodean. La llama violeta, la llama blanca y el uso de todas las maravillosas energías del Padre. (ver lamina del YO SOY) Estas protecciones no nos llegan por si solas, somos nosotros mismos quienes tenemos que pedirlas y fortalecerlas, con fervor y voluntad, teniendo en cuenta nuestra esencia divina. Acordémonos que el maestro Jesús dijo: “Cruzad el portal solos y fortaleceos por vuestro propio esfuerzo”.
En siguientes post os hablaremos de algunas técnicas para ver el aura y sus colores.